La Capilla del Tesoro, dentro la Catedral, además de guardar las reliquias y la sangre de San Gennaro, es ciertamente uno de los monumentos más importantes del Barroco Napolitano del siglo XVII y una de las joyas universales del arte, llena de mármoles, frescos, pinturas y otras obras de arte de los mejores artistas del tiempo.
La Capilla del Tesoro, diseñada por el arquitecto Francesco Grimaldi, fue inaugurada el 16 de Diciembre 1646 y, en el mismo día, fueron trasladados a la nueva Capilla las reliquias del Santo, las estatuas de plata y los preciosos objectos que ya estaban en el Tesoro viejo. Acerca de los eventos que acompañaron la decoración de la Capilla hay muchas leyendas que se basaban en el hecho que la Diputación comisionó las pinturas y los frescos a pintores no Napolitanos: el resultado fue que hubo una auténtica rebelión de los artistas Napolitanos y se verificaron actos de violencia.
Fue un evento largo y dramático que creó enfrentamientos entre los pintores Napolitanos y los extranjeros, llamados por la Diputación.
Se activó así un mecanismo de amenazas y persecuciones que llegó al pico: el caballero d’Arpino renunció, Guido Reni dejó de repente Nápoles después del apuñalamiento de un ayudante suyo; también el pintor boloñés Francesco Gessi escapó.
Domenichino también renunció después de una carta de amenazas, pero la Diputación insistió y le ofrió protección. Así él empezó a trabajar, pero al final escapó. Lo encontaron en Frascati y lo convencieron a volver. No obstante el pintor logró de terminar muchas hermosas obras: El encuentro entre Cristo y San Gennaro, San Gennaro que dá la vista a Timoteo, San Gennaro que libera Nápoles de los Sarracenos, San Gennaro en el Anfiteatro de Pozzuoli y San Gennaro llevado al martirio. Estas obras están consideradas, por la Diputación y el pueblo, maravillosas y muy hermosas. Domenichino, mientras estaba empezando un nuevo fresco en la Capilla del Tesoro, murió repentinamente el 6 de Abril 1641, probablemente envenenado. Luego trabajó Giovanni Lanfranco, que también fue amenazado y trabajaron los Napolitanos Luca Giordano, Massimo Stanzione y Giuseppe Ribera, llamado “Spagnoletto”. Pero más allá de las leyendas y las historias reales, el resultado es esta extraordinaria expresión típica del Barroco Napolitano.
La Capilla del Tesoro es una verdadera galería de arte gracias a su arquitectura, la puerta y el piso, todos diseñados por Cosimo Fanzago; gracias a los mármoles, las esculturas, los objectos de plata y el gran nύmero de pinturas y frescos de pintores famosos. Y justo en esta Capilla, el primer sábado de Mayo, todo el pueblo aύn reza a San Gennaro, en particular durante el milagro de la licuefacción de la sangre. Este era un momento muy solemne y coral que implicaba los nobles y no, con oraciones y sύplicas, así como lo ha fixado con eficacia y realismo el pintor Giacinto Gigante. Una parte muy interesante del Tesoro de San Gennaro son las obras de plata, de inestimable valor, que están en la Capilla, como los candelabros a cada lado del Altar Mayor, creados por orfebres artesanos en el 1671. Alrededor del milagro de la licuefacción de la sangre del Santo Patrón se desarrolla la historia de la ciudad y la devoción no sólo del pueblo y de los reyes que ocuparon el trono de Nápoles, sino también de soberanos de otros paises, de los Papas y de muchos ilustres personajes extranjeros, que quisieron venerar personalmente las reliquias del Santo. Testimonio de este culto y de peregrinaciones son la Capilla con el Tesoro del Santo y la Diputación de la Real Capilla del Tesoro de San Gennaro.
Entre todas las obras de plata, un significado particular lo tienen las 54 estatuas o bustos de plata de los Santos Compatrones, que contienen la historia religiosa de la archidiócesis de Nápoles.
Los bustos y todas las obras de plata, en efecto, representan un testimonio irrepetible a través de sus autores, de la historia del arte de oro y de plata Napolitana.
En la procesión del sabado anterior al primer domingo de Mayo, cuando la mayoría de las estatuas salían, detrás a la del Santo Patrón, los fieles de las diferentes parroquias o de las archicofradías (y por eso atados a un busto o más de los Compatrones) iban precedentemente a la Capilla para preparar su propia estatua, luego llevándola en procesión personalmente. También por eso la participación popular era muy sentida.
En cuanto a las esculturas, las más difíciles fueron hechas por Giulio Finelli de Carrara, alumno de Bernini. Toda la decoración de mármol, diseñada por Grimaldi, empezó en 1610 y terminó después de veinte años, bajo la dirección de Cristoforo Monterosso.
El hermoso Altar de la Capilla, hecho de pórfido, fue diseñado por Francesco Solimena; mientras el gran Frontal del Altar mayor, encargado por la Diputación a Giandomenico Vinaccia, es una obra ύnica, completamente de plata en relieve que representa escenas de vida popular y religiosa. Entre ellas, es de considerable importancia el cuento del desplazamiento de los huesos de San Gennaro desde Montevergine a Nápoles, por orden del Cardinal Carafa. Del mismo valor simbólico es la escena del Santo que bendice la ciudad. Detrás del altar hay dos nichos con puertas de plata que guardan el busto y las ampollas.
El busto de plata del Santo Patrón fue realizado por tres orfebres provenzales y donado por Carlos II de Anjou en 1305. En la cabeza del busto hay los huesos del cráneo de San Gennaro.